Introducción
Has tenido un día tranquilo, sin síntomas intensos, y por un momento creíste que la ansiedad finalmente se estaba alejando.
Pero al día siguiente… ahí está de nuevo. Esa opresión en el pecho, el nudo en la garganta, los pensamientos acelerados.
Este “efecto rebote” es una de las experiencias más frustrantes para quienes vivimos con ansiedad, y puede hacernos creer que estamos retrocediendo.
La realidad es que, muchas veces, no es un retroceso, sino una parte normal del proceso.
¿Qué es el efecto rebote?
El efecto rebote ocurre cuando, tras un periodo de alivio o mejoría, la ansiedad regresa de forma repentina.
Puede ser más intensa que antes o simplemente más molesta porque contrasta con la calma reciente.
Esto suele pasar por tres razones principales:
- El cuerpo sigue en estado de alerta y necesita más tiempo para “aprender” a relajarse.
- Los desencadenantes no desaparecieron, solo estuvieron menos presentes.
- Las expectativas eran muy altas, y cualquier síntoma se siente como una derrota.
Por qué no significa que estás empeorando
La ansiedad no desaparece de forma lineal. No es un camino de A a B donde cada día es mejor que el anterior.
Es más bien como una montaña con subidas y bajadas, donde incluso después de un día bueno, puede llegar uno difícil.
Esto no borra tus avances, solo muestra que el sistema nervioso aún está en proceso de regulación.
Cómo manejar el efecto rebote sin desesperarte
- Evita dramatizar el regreso de los síntomas
Piensa: “Esto es parte del proceso, no una sentencia”. - Usa las herramientas que ya te funcionaron antes
Respiración profunda, pausas activas, journaling o cualquier técnica que te haya ayudado. - No te sobreexijas para compensar
A veces, después de un día bueno, nos llenamos de actividades. Esto puede sobrecargar el sistema. - Recuerda tus progresos
Un mal día no borra todo lo que has avanzado.
Cierre
La recuperación de la ansiedad no es una línea recta; es una serie de pasos hacia adelante y algunos hacia atrás, pero con una tendencia general de mejora.
Si el efecto rebote aparece, no lo veas como un enemigo, sino como una señal de que tu cuerpo sigue ajustándose.
Cada vez que vuelves a la calma, aunque la ansiedad regrese, estás entrenando a tu mente y tu cuerpo para reconocer que la calma es posible.
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