Introducción
Superar una crisis de ansiedad es un alivio… pero a veces ese alivio viene acompañado de un nuevo temor:
¿Y si me vuelve a pasar?
Este miedo, aunque parece lógico, puede convertirse en una trampa que mantiene activa la ansiedad incluso después de que el episodio haya terminado.
Por qué aparece este miedo
Cuando atraviesas una crisis de ansiedad, tu cerebro registra la experiencia como algo peligroso.
Así, aunque la crisis pase, el sistema de alerta queda más sensible, como si estuviera “escaneando” constantemente el entorno y tus sensaciones para detectar señales de que podría repetirse.
Esto provoca:
- Hipervigilancia ante cualquier cambio en tu cuerpo.
- Pensamientos de anticipación negativa.
- Evitar lugares o situaciones donde ocurrió la crisis.
El círculo vicioso del miedo a que vuelva
- Recuerdas la crisis y surge el miedo.
- Ese miedo activa síntomas físicos (taquicardia, respiración rápida, tensión muscular).
- Los síntomas físicos te asustan, pensando que es el inicio de otra crisis.
- El miedo crece… y puede desencadenar un nuevo episodio.
Este ciclo puede mantenerse durante semanas o meses si no se interviene.
Estrategias para romper el ciclo
- Identifica el miedo como miedo
Recuérdate que sentir síntomas no siempre significa que vendrá otra crisis. - Normaliza las sensaciones corporales
El corazón acelerado, el calor repentino o la presión en el pecho pueden aparecer por estrés, cansancio o incluso café, no solo por ansiedad. - Exposición gradual
Volver poco a poco a los lugares o actividades que temes, para enseñarle a tu cerebro que no son peligrosos. - Técnicas de respiración y anclaje
Practícalas incluso cuando te sientas bien, para que sean más efectivas si el miedo aparece. - Apoyo profesional
La terapia cognitivo-conductual y la psicoeducación sobre ansiedad son muy efectivas para este tipo de temor.
Cierre
Temer que la ansiedad vuelva es una reacción humana y común.
Pero vivir pendiente de ese miedo es como seguir mirando la puerta por la que ya salió el ladrón: solo te agota y no te protege.
Con paciencia, práctica y apoyo, puedes aprender a confiar en que tu vida no tiene que girar en torno a la posibilidad de una nueva crisis.
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